El Primer Científico Mexicano



El cielo de la Ciudad De México exhibía un espectáculo atemorizante,  una enorme bola brillante con una larguísima cola apareció de repente y todo mundo podía verla noche tras noche.  El objeto era tan grande que atravesaba el cielo por completo e incluso era perfectamente visible aún de día. Se trataba de un gran cometa que había sido descubierto muy poco antes por el astrónomo Gottfried Kirch. A pesar de haber sido anunciada su llegada a los cielos con un par de semanas de anticipación en Noviembre de 1680, debido a la falta de medios de comunicación más rápidos, la mayoría de la gente se enteró cuando ya estaba sobre sus cabezas.

El cometa desató una oleada de terror en las personas por todo el mundo y muchos creyeron que se trataba de una señal de que se avecinaban desastres.  Nuestro país no fue la excepción. Estando en alquel entonces en el Virreinato, la gente de la Ciudad De México, capital de la Nueva España, miraba los cielos surcados por el fenómeno a la vez que esperaban lo peor.


En ese marco, la labor y el trabajo de un hombre excepcional fueron lo que tranquilizó a la población y divulgó el conocimiento científico sobre los cometas. Se trata de Carlos de Sigüenza y Góngora, uno de los primeros grandes intelectuales mexicanos.

Nacido en la Ciudad de México, hijo de un intelectual que fue maestro de la familia real de España, estaba también emparentado con el poeta Luis de Góngora.  Su educación básica fue adquirida directamente de su padre.

Estudió con la Compañía de Jesús y en la Universidad Real donde posteriormente impartió las cátedras de Astrología y Matemáticas y al mismo tiempo era capellán del Hospital de Amor de Dios.

En 1681 Sigüenza escribió el libro Manifiesto filosófico contra los Cometas, en que trataba de calmar el temor supersticioso que provocaba en la gente este fenómeno cósmico. Al separar la superstición de los hechos observables, Sigüenza estaba de hecho separando la astrología de la astronomía, como las concebimos actualmente. El jesuita Eusebio Kino criticó fuertemente este texto desde un punto de vista aristotélico-tomista, pero, lejos de intimidarse, Sigüenza respondió publicando otra obra Libra astronómica y philosóphica (1690), donde fundamentaba rigurosamente sus argumentos sobre los cometas según los conocimientos científicos más actualizados de su tiempo; contra el tomismo y el aristotelismo del padre Kino citaba autores como Copérnico, Galileo, Descartes, Kepler y Tycho Brahe.


Como cosmógrafo real de la Nueva España trazó mapas hidrológicos del Valle de México. En 1693 fue enviado por el virrey como acompañante del almirante Andrés de Pez en un viaje de exploración al norte del golfo de México y en especial a la península de Florida, donde trazó mapas de la bahía de Pensacola y de la desembocadura del río Misisipi.
En sus últimos años dedicó mucho tiempo a coleccionar material para una historia del México antiguo. Desafortunadamente, su muerte interrumpió ese trabajo que no fue retomado hasta 80 años después, cuando la conciencia criolla, representada por Francisco Javier Clavijero se había desarrollado lo suficiente para interesarse en la identidad de su nación.
Al morir donó su valiosa biblioteca y sus instrumentos científicos al Colegio Máximo de San Pedro y San Pablo de la Compañía de Jesús (en cuya capilla fue enterrado, dado que fue admitido en la orden poco antes de morir). Asimismo, ordenó que su cuerpo fuera entregado a la medicina, para que se estudiara lo que le provocó la muerte.

Para saber más:   https://es.wikipedia.org/wiki/Carlos_de_Sig%C3%BCenza_y_G%C3%B3ngora




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